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Hoy traigo algo diferente. A finales del 2020 participé con algunos compañeros de trabajo en un 48 Hour Project. Para quien no lo sepa, consiste en realizar un corto sobre un tema dado en 48 horas.

Nuestro tema era jardinería y viaje en el tiempo y aquí está el resultado:

Espero que os guste.

PS: lo siento está en holandés, pero visualmente mola bastante.

PS2: yo actúo como monstruo cuernicabra.

Unorthodox

Unorthodox es tendencia en España. Ahora que el país está detenido y atrapado en sus pequeños ecosistemas domésticos, todo el mundo parece estar pendiente de esta historia de liberación femenina que nos trae Netflix en sólo cuatro capítulos.

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Basada en hechos reales, Unorthodox sigue a Esty, una adolescente que decide cortar lazos con la comunidad judía ortodoxa y huir a Berlín, donde vive su prófuga madre.

A través de flashbacks, la huida y el descubrimiento del nuevo mundo se entrelazan con los recuerdos de la vida en la comunidad. La serie deja ver las fiestas, los rezos, las normas, la convivencia familiar y el omnipresente trauma histórico que componen la cultura ortodoxa. Una cultura fuertemente jerarquizada, sumida en la ignorancia y con un férreo control sobre el acceso al conocimiento, donde la mujer adquiere un papel de madre sometida totalmente al hombre. Es una comunidad llena de dobleces y de dobles raseros.

Es cierto que Unorthodox no es la primera película de la historia sobre sectas opresoras. De hecho, puede que la serie no sea del todo novedosa en el ámbito audiovisual (aunque creo que lo es en cierto modo en el panorama seriófilo actual), pero es moderna y accesible y trata el tema con cierto frescor al situarse entre lo indie y la serie adolescente.

Su éxito viene indudablemente ligado a esta frescura, a su carismática actriz y a su acertada combinación de elementos. La serie mezcla ingredientes de las películas de aventura, del thriller, de las comedias romántica y del cine documental exótico y aplica a todo esto grandes dosis de empoderamiento. Esta mezcla funciona muy bien.

Pero para mí, hay algo más que distingue Unorthodox. Algo que ha despertado mi curiosidad y que creo que hace que merezca la pena verla. Ese algo es el marido de Esty, Yanke.

Lo curioso de Unorthodox es que, pese a las duras condiciones y las estrictas normas de la comunidad, pese a tener una condición de paria y de tener que pasar por un matrimonio concertado, Esty es en cierto modo «afortunada» (al menos si la comparamos con otros casos, como la esposa de Moishe o su propia madre). Desde el principio, Esty parece tener una buena conexión con su marido, que además no parece ser una mala persona. Yanke no es Moishe. Yanke es ingenuo, está enmadrado y es egoísta de una manera casi infantil, pero no parece tener un mal corazón. Aún así, él es el principal causante del  sufrimiento de Esty. Los problemas de la pareja son nimios pero se acrecientan debido a la imposibilidad de comunicación y a las severas normas de la comunidad. Yanke acaba por convertirse en un perpetrador, pero es sin duda también víctima. Víctima de una sociedad patriarcal y opresiva que lo ha educado para sólo pensar en su ombligo, para ser un rey sin importar a quién haya que pisar y para someter por cualquier medio a su esposa. Para mí, la fuga de Esty es tanto un proceso de liberación para ella como lo es también de maduración y crecimiento para él.

En definitiva, Unorthodox es amena, corta y liberadora. Nos enseña que el machismo es dañino para hombres y mujeres y es, además, esperanzadora. Al fin y al cabo, no hay alambradas que separen Willensburg del resto de Nueva York. Unorthodox nos enseña que estas barreras están sólo en nuestras cabezas. Muy recomendada.

Mi nota: ✦✦✦✦✦✦✦✦✧✧ 8/10

El Francotirador

Soy consciente del toque conservador de la filmografía de Clint Eastwood. Que el director es un republicano acérrimo es sabido por todos y sin embargo, películas como Gran Torino Cartas desde Iwo Jima me cautivaron en su momento. Recientemente Netflix ha incluido en su catálogo la película más taquillera del director, así que no he dudado en darle una oportunidad. Estrenada en 2014, El Francotirador fue un éxito de masas absoluto. Mientras las películas bélicas ambientadas en Oriente Medio fracasaban, la cinta de Eastwood brillaba en las salas, arrasaba en taquillas y se granjeaba nominaciones a los grandes premios internacionales. 

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Basada en hechos reales, El Francotirador sigue al marine del ejército estadounidense Chris Kyle. Kyle es un patriota educado en valores tradicionales y religiosos y su trabajo consiste en acabar con los sucios islamistas que representan el mal en la faz del planeta y proteger (cito literal) «el mejor país del mundo» de las sucias garras integristas. Una misión que este héroe lleva a cabo con inusitada dedicación y agrado. Y si esta sinopsis te parece maniquea, El Francotirador no es para ti.

Parece que en los últimos años, Clint Eastwood ha echado sobre sus hombros la honorable misión de rendir homenaje a todos los héroes y soldados americanos que dan la vida por su país (véase 17:15 Tren a París) y los resultados son obras propagandísticas, blandas y totalmente parciales. Parece insólito que a estas alturas se haga una película sobre la guerra de Irak tan falta de crítica o de doblez

Los iraquí (y no solos los pertenecientes a grupos armados, si no también los civiles) sólo aparecen en la cinta como horrendos villanos que descuartizan niños o los obligan a ir con bombas por la calle. Por su parte los soldados americanos son jóvenes sacrificados, con una clara visión del bien y del mal, que sufren moralmente por tener que matar niños para salvar a América pero que saben que están haciendo lo correcto. No hay rastro de torturas, no hay rastro de autocrítica, no hay rastro de nada que no sea la honorabilidad y el patriotismo del buen soldado.

Es inconcebible que este sea el mismo director de Cartas desde Iwo Jima, una película crítica con las guerras inútiles, que analizaba sutilmente la parcialidad de los bandos, los extremismos y patriotismos incoherentes. El Francotirador es una oda a un individuo sin trasfondo crítico ni moral, fagocitado por los ideales de un sistema rancio. Y, aunque está bien filmada, bien interpretada, es en cierto modo entretenida  y toca algunos temas interesantes (como las dificultades en la reinserción social o los problemas familiares), el mensaje final hiere la sensibilidad. Todos los atisbos de criticismo a la situación de los marines se resuelven sin dilema moral alguno. No es que Kyle sienta remordimiento por haber matado a tanta gente (niños y civiles incluidos), no. Kyle está triste porque le gustaría seguir ayudando a su país matando a más árabes perniciosos y en cuanto este problema se resuelve, Chris vuelve a ser una bellísima persona, gran padre, gran marido y mejor amigo.

No dudo que ser soldado sea una tarea dura y sacrificada, pero la falta de reproche de El Francotirador a un sistema imperialista, que sacrifica la vida de sus militares para asegurar los beneficios económicos de las élites, es insultante. O, quien sabe, quizás sea que estoy leyendo demasiado Noam Chomsky.

En definitiva, El Francotirador es sólo apta para patriotas exacerbados que crean que Trump va a devolver la grandeza a los EEUU.

Mi nota: ✦✦✦✦✧✧✧✧✧✧ 4/10

The Mandalorian

Una de las grandes apuestas audiovisuales en el lanzamiento de Disney + ha sido The Mandalorian, una serie con el sello Star Wars que busca atraer a los fans de la saga a la nueva plataforma de vídeo a la carta de Disney. La serie forma parte de la cultura del spin-off infinito, en la que no se para de producir contenido de las películas que funcionan en taquilla. Aún así, Disney no se deja llevar por el sentimentalismo (como con el reciente episodio IX) y sienta con esta primera temporada las bases de una nueva ficción para todos los púbicos que funciona bastante bien.

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The Mandalorian está formada por 8 capítulos cortos (de algo más de media hora cada uno) situados entre el episodio VI y el VII (es decir, entre la primera trilogía y la última). El protagonista es Mando, un cazarreconpensas solitario con un pasado traumático que se encariña con una de sus víctimas (un adorable bebé de la raza de Yoda) y decide protegerlo.

Integrada ágilmente en el universo Star Wars, la serie se presenta como una fábula llevadera y amena. Como en un cuento para antes de dormir, el dúo protagonista viaja de planeta en planeta encontrándose con personajes algo estereotipados pero indudablemente carismáticos y pintorescos: los yumka gritones que quieren un huevo de rinoceronte, los mandalorianos que nunca se quitan sus cascos, el viejo con una granja de peces gigantes y un robot niñera o la exmilitar retirada en un planeta granja donde pasa los días participando en competiciones con los granjeros locales.

Frente a la épica juvenil de la última trilogía de películas, The Mandalorian se decanta por un estilo simple y una narrativa cercana al cuento infantil. La serie engancha en su sencillez. Mando y Baby Yoda no son especialmente expresivos: a uno no se le ve a cara en las 5 horas de metraje y el otro no habla. Tampoco su lenguaje corporal es especialmente grácil: Baby Yoda es una marioneta y Mando lleva una armadura demasiado abultada para moverse con elegancia. Asimismo, hay pasajes que están hechos casi en stop-motion. Pero nada de esto perjudica el resultado final o impide las empatía con unos personajes bastante entrañables. The Mandalorian es casi una película de teleñecos para los amantes del cine de acción y esto en cierta manera le da a la serie el toque vintage que tiene la trilogía original para el espectador contemporáneo.

Otro de los aciertos de la serie es su tono humorístico. Frente al chiste fácil y redundante de otras sagas de Disney (i.e. las pelis de Márvel o el episodio IX de Star Wars), el humor aquí es sutil y derivado de los comportamientos peculiares de las diferentes tribus y razas que los protagonistas se encuentran (las formas de hablar y de comportarse o las coletillas que emplean), así como de la contraposición (no muy original pero efectiva) del héroe malote y el bebé adorable.

The Mandalorian no es del todo perfecta. Los episodios cuatro y cinco decaen un poco y al final hay algún agujero de guión con alguna solución demasiado fácil. Pero en general, es una relato fantástico cautivador y la brevedad de sus capítulos hace posible verla casi del tirón. La verdad, estoy deseando que salga la nueva temporada.

Mi nota: ✦✦✦✦✦✦✦✦✧✧ 8/10

 

The Witcher

El confinamiento me ha llevado a Netflix, y Netflix me ha llevado a The Witcher. La serie es la adaptación a la pequeña pantalla de la famosa saga de videojuegos, que es a su vez una adaptación de una saga de novelas de fantasía polacas. Aunque casi nunca me dejo arrastrar por las tendencias en series (ni tengo relación alguna con el universo de The Witcher) he pensado que quizás sería una oportunidad para disfrutar de algo ligero y entretenido que alivie el confinamiento.

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Durante los ocho episodios, seguimos las aventuras de Geralt de Rivia, un cazador de monstruos solitario.  Su sino se ve unido al de la princesa de Cintra por la Ley de la Sorpresa, lo que alterará el destino del mundo.

A pesar de esta línea general en la historia, los episodios mantienen en cierto modo su independencia, como las diferentes aventuras de un RPG. Así, cada capítulo se centra en una misión: la matanza del dragón, el asalto al campamento elfo, la liberación del genio de la lámpara, etc. A su vez, The Witcher intenta jugar con los tiempos, situando estas misiones en tres cronologías distintas que poco a poco confluyen. Esto dinamiza la trama y da al espectador algo con lo que ejercitar su mente, pero sin llegar a provocar el efecto rompedor que el descubrimiento de flashbacks ocultos tienen en otras ficciones.

De hecho, estos saltos narrativos no son lo más llamativo de la serie. Hay un elemento que hace de The Witcher una experiencia peculiar, y no es otro que su tono. En el panorama fantástico actual, donde Juego de Tronos sentó las bases de una fantasía madura y seria, The Witcher parece situarse en un terreno más cercano a las series de Disney Channel. No te dejes engañar por el laconismo de Henry Cavill o por su grave voz. The Witcher es de todo, menos adulta: los protagonistas llevan pelucas de colorines y lentillas extravagantes, los efectos especiales (que por cierto no están del todo conseguidos) no se regodean en lo sangriento y atmosféricamente, escenarios e indumentaria se inclinan por el colorido cartón-piedra. En cuanto al guión, aunque hay algunos momentos de seriedad, abundan los chistes malos y los personajes graciosillos (como el trovador que sigue a Geralt a todas partes). En realidad, todos los elementos en su conjunto (los actores ligeramente sobre-actuados, el decorado, la escuela de brujas, las historias amorosas…) traen a la mente del espectador analogías con ficciones de adolescente del tipo Los Descendientes o H2O. Desconozco el carácter del videojuego, pero dudo que sea tan cercano a lo acaramelado.

Aún así, y quizás porque la he visto acompañada, la he acabado bastante rápido. ¿Es mala? Yo diría que sí, pero también es fácil de ver y más o menos entretenida. Una historia de caballeros, brujas y princesas que al menos me ha dado tema de conversación con mucho de mis amigos gamers y, en cierto modo, el visionado viene también acompañado de un agradable sentimiento de nostalgia por aquellos tiempos en los que quizás The Witcher me hubiera encantado. Si sólo la hubiese visto hace 10 años.

Mi nota: ✦✦✦✦✦✦✧✧✧✧ 6/10

El Graduado

Intentando ponerme al día con los clásicos del cine, me he visto El Graduado, película de 1967 dirigida por Mike Nichols que se ha convertido en un clásico entre otras cosas por su famosísima banda sonora de Simon y Garfunkel.

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La trama sigue a Benjamin, un joven graduado que, al volver a casa tras acabar la universidad, se ve envuelto en una serie de líos amorosos cuando la mejor amiga de sus padres, Mrs. Robinson, intenta seducirlo.

El Graduado fue un éxito en taquilla y creo que en eso jugó un gran papel su contexto. Los 60 son unos años de liberación sexual, donde una juventud alocada y rebelde decide empezar a romper con los tradicionales valores familiares de la clase media. En medio de esta vorágine de libertad, la historia de un joven que detesta las fiestas horteras de sus padres y que decide rompe las normas, fue muy bien recibida.

Ahora, ¿cómo llega esto a los ojos contemporáneos? La cinta es una comedia de enredo sencilla, tras la que se oculta una crítica social a los valores americanos. Además de contener algunos momentos desternillantes (sobre todo la primera y segunda cita de Elaine y Benjamin), me atrevería a decir que El Graduado es políticamente incorrecta hasta en la actualidad, aunque quizás por razones distintas. No es que ahora nos llevemos las manos a la cabeza porque una mujer madura quiera tener relaciones con alguien veinte años más joven, pero durante la primera mitad de la cinta la duda que me ronda la cabeza es ¿dónde está la frontera entre seducción y abuso? Si esto que le pasa a Benjamin le hubiera pasado a una chica, estaríamos escandalizados y nadie se reiría. Pero como es al pazguato de Benjamin, que además no es muy espabilado, se presenta como cómico.

Quizás este sentimiento de malestar viene porque Benjamin no se parece al joven alocado y rebelde que rompe con las costumbres familiares siguiendo su ideología, sino más bien es un personaje un tanto autista que no parece tener integrada las normas sociales. Yo me pregunto cómo tiene tanto éxito con las mujeres, a las que seduce a través de unos métodos por los que hoy día te podrían meter en la cárcel (gracias a Dios). Dustin Hoffman se pasa media cinta espiando, acosando y siguiendo a su «novia», Elaine, que, a su vez, sólo piensa en casarse con el primero que se lo proponga.

Pensándolo mejor, quizás sea éste el encanto de El Graduado: la sutil relación entre la revolución sexual de las nuevas generaciones con jóvenes apavados sin voluntad  propia que no saben qué hacer con su vida y  que se dejan llevar por la situación, saltando de problema en problema.

No me ha encantado, pero merece un visionado.

Mi nota: ✦✦✦✦✦✦✧✧✧✧ 6/10

 

Los Ladrones del Bosque

Uno de los fuertes de Netflix es su dedicación a descentralizar la producción y explorar diferentes cinematografías fuera de los Estados Unidos. Con una ojeada al catálogo es posible encontrar series de diferentes partes del mundo, lo cual es refrescante y alentador para las producciones locales. Éste es el caso de Los Ladrones del Bosque (De Bende van Jan de Lichte en su idioma original), una serie belga que sigue las andanzas de un héroe nacional.

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La mini-serie de 10 capítulos está ambientada en el siglo XVIII en los alrededores de Amberes. El gobierno corrupto atemoriza a la ciudadanía, mientras que los parias se agrupan en campamentos en el bosque. En medio del caos, el famoso Jan de Lichte (básicamente el Robin Hood belga) decide organizar a los expatriados para buscar justicia.

En su tono y estilo, Los Ladrones del Bosque podría compararse a las tres temporadas de Isabel. La serie tiene una buena cimentación técnica: Seria, austera, histórica, bien interpretada y con unos ambientes muy conseguidos. Pero, a pesar de todo esto, el resultado deja un poco frío. Quizás sea que se toma demasiado en serio a sí misma (es sucia, oscura, severa, sin atisbo de humor) o quizás sea su perfecto estilo historicista (que si bien está conseguido, no aporta nada nuevo), pero tras acabar los diez episodios, la sensación final es de indiferencia. 

Lo que para mí supone el problema principal es la ambigüedad de la trama: no es exactamente una crónica histórica con datos y fechas (como lo fue Isabel), ni una historia policial (como parece indicar la llegada del alguacil Baru en el primer episodio). Tampoco es un thriller de enfrentamiento entre bandas (a pesar de dedicar capítulos a los enfrentamientos de Tincke y el Español), y tampoco es una historia de venganza. Todas las historias quedan a medio cocer, sin que ninguna domine y la sensación es de falta una dirección.

Hay diferentes subtramas: las distintas bandas con sus jerarquías, la historia de amor con Heloïse y el asesinato de su hermano, la relación con la banda del Español, las violaciones en grupo, el destino de los dos puticlubs, pero ninguna me atrapa y en muchos casos llegan a ser confusas.

Asimismo, el carácter de los personajes no queda completamente formado. Jan de Lichte, que debería ser el protagonista absoluto, tiene un papel casi secundario (lo más que hace es arengar alguna vez a los pobres del bosque) y como él, muchos otros personajes que parecen interesantes se quedan sin desarrollo (por ejemplo, la bandolera De Schoen y su amigo parecen estar ahí para asentir a lo que Jan dice, o la criada de Balu, que aunque parece que va a tener un papel importante en resolver todos los crímenes de la ciudad, al final se queda en mera secretaria). Sí, es cierto que hay algún protagonista cuya evolución no esperas, pero al final es irrelevante en un conjunto que no acaba de ser redondo.

No es que Los Ladrones del Bosque sea la peor serie de Netflix. Aunque lenta, es entretenida a ratos, y como ya he dicho, está bien hecha. Pero el resultado es olvidable. Buen intento de los belgas, pero no suficiente. Una semana después no quedará nada de ella.

Mi nota: ✦✦✦✦✦✧✧✧✧✧ 5/10

Diamante en Bruto

Llega a Netflix otra de sus producciones aclamadas por la crítica, esta vez por la maravillosa actuación de Adam Sandler. Me refiero a Diamante en Bruto, a la que me aproximo cautelosa: sé que es ganadora de múltiples premios y que la crítica se ha volcado con ella, pero conozco gente que no ha podido ni pasar de la primera media hora por la confusa mezcla de sonido. Mi experiencia: he acabado estresada, pero ha merecido la pena.

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Dirigida por Ben and Joshua Safdie, la trama gira en torno a los problemas de solvencia de Howard Ratner (un joyero dado al trapicheo y adicto al juego).

La película empieza en una mina Etíope, donde unos doscientos mineros corren y dan gritos ininteligibles, alguien herido, ruido, caos total, primeros planos con una cámara desestabilizada. Los mineros han encontrado una misteriosa piedra (que cuando se observa con detenimiento parece transportarte a un lugar abstracto con místicas luces espaciales sobrepuestas a las imágenes internas de un intestino grueso) que será adquirida por Howard para hacer negocios. En pocos minutos, la trama saltará a Nueva York, al joyero y a su día a día. No se vuelve a Etiopía pero el estilo está establecido: Diamante en bruto es una película ruidosa, caótica y estresante, con unos protagonistas con muchos diamantes que parecen tener el cerebro en el culo. Pero en su conjunto funciona.

Vayamos por partes. Cuando mi compañera decía que la mezcla de sonido era insoportable, no mentía. En los primeros 10 minutos de película, una música electrónica espacial ocupa el primer canal, dejando todas las conversaciones relegadas a un segundo plano y, aunque tras esa extraña introducción la música desaparece, el sonido en el resto de la película es confuso, las voces no son claras y todo el mundo habla a la vez. Los personajes entran y salen, se atosigan con llamadas telefónicas, se interpelan a gritos y se interrumpen. Para más inri, todo está filmado con una textura granulada y una cámara movida que salta de personaje a personaje sin orden ni concierto.

Este peculiar estilo visual acompaña al día a día de Howard. Un hombre siempre con prisa, de reunión en reunión, huyendo de avaladores y prestamistas. A pesar de deberle dinero a media Nueva York, lo que llama la atención de Howard no es su maldad, si no más bien su falta de brillantez. Su cara (un poco dura) de bobalicón, su sonrisa entre optimista y angustiada, su pasión por las tetas, los diamantes y el baloncesto, y su poco ojo para los negocios. Howard, al que Adam Sandler interpreta magistralmente, se pasa 2 horas de metraje tomando decisiones pésimas, endeudándose con todo ser viviente e intentado salir de la deuda previa con una deuda mayor, enfadando a todo aquel al que no te gustaría enfadar y dilapidando la más mínima ganancia en el casino más cercano.

El resultado engancha. Las dos horas pasan rápidas, la ritmo fluye y el crescendo de deudas del protagonista te mantiene en vilo pensando en su próximo error fatal mientras haces listas mentales de qué decisiones no tomar nunca en tu vida. Quizás no sea la película ideal para ver antes de dormir (te puede dar hiperactividad y subida de tensión) pero aún así, muy recomendada.

Mi nota: ✦✦✦✦✦✦✦✦✧✧ 8/10

1917

1917 es la nueva película de Sam Mendes. Aclamada por la crítica y por el público, alabada por su virtuosismo técnico, ganadora de los Globos de Oro y aparentemente favorita a los Óscars (hasta que Parasitos ha decidido grabar su nombre en los anales de la historia), 1917 es una película bélica a la que me ha costado bastante convencer a alguien para que me acompañe. Entre los que opinan que no es lo suficientemente realista o no muere suficiente gente, hasta los que no son muy fans de las pelis de guerra, al final he encontrado a alguien que le tenía ganas y debo decir que ha merecido la pena.

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1917 narra la historia de dos soldados a los que se les asigna la misión de infiltrarse en territorio enemigo con el objetivo de llegar a la primera línea del ejército inglés e informarles que el ataque que tienen preparado no es más que una emboscada alemana, donde morirán previsiblemente más de mil soldados.

Se podría decir que 1917 es heredera en su trama de Salvar al Soldado Ryan pero con una historia mucho más lógica. Esta vez  no es el gobierno americano tratando de hacer feliz a la madre de un soldado aleatorio trayéndolo de vuelta a casa aunque eso implique poner en peligro la vida de un pelotón entero, si no que en 1917 los protagonistas van a prevenir una masacre y salvar miles de vidas.

Aún así, lo que ha hecho famosa a 1917 no es su argumento de rescate (que si bien entretenido no es el culmen de la originalidad), sino su estética casi de videojuego. La cinta se compone de unos pocos planos secuencia, lo que convierte la película casi en una coreografía llena de efectos de luces; en un baile de la cámara alrededor de los personajes y a través del espacio aparentemente infinito que mantiene al espectador sumido en el estupor y la intriga de saber cómo habrán conseguido grabar todo esto de una sentada.

Este ritmo tan fluido, sin prisa pero sin pausa, sin omisiones ni saltos temporales, acompañan una trama que no es excesivamente violenta (a parte de los miles de muertos del decorado). Es casi una película de aventuras lineal, con dos protagonistas que pasan gran parte del metraje solos, yendo de un lado para otro, encontrándose con amigos y esquivando enemigos. La cámara, las actuaciones, las luces y la falta de respiro en la edición consiguen mantener al espectador angustiado, pendiente de si los dos muchachos serán capaces de llegar a su destino a tiempo, si cuando lleguen alguien les hará caso y si no se truncará todo en el último minuto. Yo hasta eché una lagrimita en la última carrera entre bombas por la mezcla de grandilocuencia y desesperación.

En definitiva, 1917 es una película para ver en la gran pantalla y para dejarse llevar por su espectacularidad y por su fluir entre pausado y angustioso.

Mi nota: ✦✦✦✦✦✦✦✦✧✧ 8/10

Thelma y Louise

El Gran Cañón del Colorado, un descapotable azul y dos jóvenes de cabellos alborotados acelerando hacia un precipicio. Es una de las imágenes emblemáticas de la historia del cine. Pero, ¿qué hay detrás (o delante) de este icónico final? Ayer vi Thelma y Louise por primera vez y he aquí algunas de mis impresiones.

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La cinta sigue a una joven ama de casa y a su amiga en un fin de semana de chicas lejos de un marido controlador y un novio huidizo. Lo que empieza como una experiencia liberadora se complica terriblemente en un bar de carretera. Las dos amigas se verán obligadas a huir del país antes de que la policía dé con ellas.

La premisa es sencilla y aún así revolucionaria para la época. Thelma y Louise no es más que una mezcla explosiva de road movie, western contemporáneo y buddy film y su novedad reside en tener dos protagonistas femeninas y una trama que es básicamente una enumeración de 1001 formas de morir en la sociedad patriarcal. De manera no muy compleja, las protagonistas van pasando uno por uno por diferentes situaciones machistas, diferentes personajes misóginos, que las van poniendo a prueba y reforzando su amistad y camaradería.

La historia engancha y  está bien interpretada (el pavo de Geena Davis es totalmente convincente) y, aunque parezca que a veces roza el cliché y entra sin sutilezas en una (a lo mejor demasiado evidente aunque totalmente justificada) crítica al sexismo de nuestra sociedad, merece la atención del espectador contemporáneo, sobre todo porque te deja apreciar lo poco que hemos avanzado en los últimos 30 años.

La película data de 1991 y toca exactamente los mismos temas y de exactamente la misma manera que los artículos que invaden nuestros periódicos y nuestros telediarios: el me too, el yo si te creo, el no es no incluso si cambio de opinión en el último minuto, los piropos por la calle, los novios celosos y controladores con prontos violentos y los estereotipos de las mujeres como seres necesitados que acaban con la libertad de sus parejas; todos y cada uno de los problemas que aún hoy siguen estando presente en los debates feministas se entrelazan de manera explícita en esta cinta que tiene casi 30 años.

Es curioso ver como estos conflictos se resuelven con las tradicionales explosiones y tiroteos de las películas de acción, con unas protagonistas que toman el papel de violentas vengadoras sin dejar de ser víctimas desorientadas y, a su vez, es desalentador ver como todo se va complicando más y más, como las posibilidades de escapar el sistema se van reduciendo a cero, como las protagonistas se van sumiendo en un laberinto de pequeñas injusticias en el que la única salvación es la muerte. Y aún así, como deja entender Thelma en una de las últimas escenas: mejor morir de pie que vivir agachadas. Al menos, valió la pena intentarlo.

Mi nota: ✦✦✦✦✦✦✦✦✧✧ 8/10